top of page

Desconectados de nuestro

Padre Celestial

Desconectados de nuestro Padre Celestial.jpg

Justamente antes de sentarme a escribir, intenté prender mi teléfono celular que se había descargado hasta agotar por completo su batería; lo había puesto a cargar unas horas antes, y cuando fui a ver, no había cargado absolutamente nada, así es que lo volví a conectar pensando que había quedado mal conectado, pero nada, a los minutos cuando fui a ver si ya había cargado algo, la batería seguía en 0%, y por más que lo intenté una y otra vez, no fue posible que recibiera carga.

Obviamente en ese momento uno se molesta y se preocupa, porque esos aparatos se han convertido en una herramienta imprescindible en nuestro día a día para nuestras comunicaciones.

Creo que todos hemos perdido nuestras conexiones telefónicas en algún momento, ya sea por la pérdida o daño de nuestro teléfono; y creo sin lugar a equivocarme, que es una de las cosas que más nos genera preocupación porque nos hemos vuelto dependientes de esos aparatos para estar en comunicación con el mundo. Perder nuestro teléfono es causa de estrés y desesperación, pero es entonces donde yo me pregunto si perder la conexión con nuestro Padre Celestial nos llega a generar tan siquiera una mínima parte de la desesperación, preocupación y estrés que genera perder el contacto con las personas que normalmente conversamos.

Muchas veces nos desconectamos de nuestro Padre Celestial, y eso es terrible, pues quedar incomunicados de Él, es quedar literalmente navegando a la deriva, es quedar caminando a ciegas en caminos muy peligrosos.

El rey David clamó al Señor en Salmos 22:1 – 2 “Dios mío, Dios mío, ¿por qué ME HAS DESAMPARADO? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? 2 Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo”. 

Pero esta no fue la única vez en las cuales el Rey David tuvo problemas de conexión con Jehová Dios, pues en el Salmo 27: 7 – 9 él le dijo al Señor: “Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; Ten misericordia de mí, y RESPÓNDEME. 8 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová; 9 NO ESCONDAS tu rostro de mí. NO APARTES con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. NO ME DEJES NI ME DESAMPARES, Dios de mi salvación”.

Y no solo David experimentó la desconexión con su Padre Celestial, también la sintieron Elías, Job y muchos de los siervos del Señor en algún momento de sus vidas.

Pero todos ellos perseveraron y a pesar del sentir de su corazón, no dudaron de la existencia de su Dios, ni en la posibilidad de reestablecer nuevamente la conexión con su Señor, así es que mientras escribía estas líneas, decidí una vez más intentar poner a cargar mi teléfono, y ¡ah sorpresa! esta vez sí comenzó a cargar.

Es evidente que el salmista perdió la conexión con su Padre Celestial varias veces, pero una y otra vez, él clamaba al Señor y le decía: “No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.”

 

La pregunta es: ¿cuantas veces has perdido tu conexión con tu Padre Celestial? y cuando eso pasa, ¿Cuánto tiempo ha pasado antes de recuperarla?

Es sorprendente, y lo digo por lo que me acaba de pasar, cuanto nos preocupa perder la conexión con la gente, perder nuestro teléfono y el manejo de nuestras redes sociales; si con la misma preocupación procuráramos reestablecer la comunicación con nuestro Padre Celestial, nuestra vida espiritual sería muy diferente.

Banner 7.jpg

Es sorprendente, y lo digo por lo que me acaba de pasar, cuanto nos preocupa perder la conexión con la gente, perder nuestro teléfono y el manejo de nuestras redes sociales; si con la misma preocupación procuráramos reestablecer la comunicación con nuestro Padre Celestial, nuestra vida espiritual sería muy diferente.

Pero es lamentable que muchos creyentes nunca han tenido un canal abierto con su Padre Celestial, sino que han dependido de terceros que les digan lo que Dios está diciendo, y muchos otros, perdieron la conexión, pero poco es lo que han hecho para recuperarla de inmediato, creyendo que eso es algo por lo cual se puede esperar y que además, se arregla solo.

No puede ser que para un hijo de Dios sea más importante un teléfono y sus contactos que la continua y permanente comunicación con su Padre Celestial; eso muestra cuales son nuestras verdaderas prioridades.

 Creo que hoy es un día para clamar como el Salmista, para entrar en desesperación por no escuchar, por no sentir, por no percibir la presencia del Santo Espíritu de Dios en nuestras vidas. No puede ser que perdamos la presencia del Señor y que no nos demos cuenta, o peor aún, que no lo veamos como algo grave.

Sansón, era un hombre escogido por Dios desde antes de su nacimiento para ser un juez de Israel, para traer libertad a la nación; pero con un serio problema en el área sexual y con una distracción tan grande en esa área, que, al abandonarle la presencia del Señor, él ni se dio cuenta, sino que asumió que siempre estaría allí, y esto, le costó su libertad y la pérdida de sus ojos.

Jueces 16:20 - 21 “Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él NO SABÍA que Jehová ya SE HABÍA APARTADO DE ÉL. 21 Mas los filisteos le echaron mano, y le SACARON LOS OJOS, y le llevaron a Gaza; y LE ATARON CON CADENAS para que moliese en la cárcel”.

Perder la conexión con nuestro Padre Celestial nos puede dejar fácilmente en manos de nuestros enemigos, sin que nos demos cuenta en qué momento nos sucedió.

Mi invitación para ti, que estás leyendo estas líneas, es para que clames como el salmista y le pidas a tu Padre Celestial que no se aparte, que te vuelva el gozo de la salvación, que te responda, que te permita sentir su presencia y escuchar su voz; que entres en desesperada búsqueda si no le sientes, si no le escuchas, si su presencia no es más que una simple enseñanza o doctrina que confiesas, pero no es tu realidad.

O si por el contrario, esta mañana cuando te levantaste le sentiste a tu lado, le sentiste en ti, escuchaste su voz; de igual manera mi invitación es a que no descuides esa conexión, es muy fácil perderla, así es que dale gracias por estar ahí, y por ningún motivo la pierdas, es sin lugar a dudas una de las más grandes bendiciones que como hijos de Dios podemos tener.

bottom of page