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La Fidelidad

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Deuteronomio 7:9 “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” Una característica de nuestro Padre Celestial es su fidelidad, y uno de los nombres del Señor Jesucristo, según el Apocalipsis, es Fiel y Verdadero.

La fidelidad, es una palabra, o más bien, una virtud que en los seres humanos hoy en día pareciera ser opcional o condicionada a las situaciones y circunstancias anímicas, emocionales, económicas y cuanta excusa se nos ocurra para no sentirnos obligados al cumplimiento de nuestros compromisos y votos.

Pero la fidelidad en nuestro Padre Celestial no tiene ninguna razón para ser quebrantada; ni siquiera nuestra infidelidad es causa para que Él deje de ser fiel. 2Timoteo 2:13 “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo”.

La fidelidad es la virtud de cumplir toda promesa, voto o palabra empeñada; pero cuando hablamos de fidelidad, lo primero en lo que se piensa es en los votos matrimoniales, los cuales en su gran mayoría comienzan por la frase: “prometo serte fiel”.  Sin embargo, la fidelidad no solo debe estar presente en el matrimonio, sino en todas las áreas de nuestra vida: los negocios, la familia, el cumplimiento de las leyes y normas civiles, y sobre todo, en nuestra relación con Dios.

Tristemente la fidelidad no es una característica del ser humano, más bien, lo normal es que este encuentre cualquier excusa para justificar sus infidelidades.

El apóstol Pablo le advirtió a su hijo Timoteo que en los postreros tiempos habría hombres traicioneros, es decir, que menospreciarían y pisotearían la fidelidad en todo aspecto. 2Ti 3:1-5 “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. 2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, 3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, 4 TRAIDORES, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, 5 QUE TENDRÁN APARIENCIA DE PIEDAD, pero negarán la eficacia de ella; A ESTOS EVITA”.

Este pasaje, que fácilmente puede ser la descripción de la condición actual de la humanidad, tiene una frase muy seria y preocupante, pues además de hablarnos de la condición de ingratitud e infidelidad del ser humano, nos dice que “tendrán apariencia de piedad”, es decir, que fácilmente se harán pasar por creyentes, pero en el fondo, su corazón no es recto de ninguna manera.

Estos son los “creyentes” que encuentran mil excusas para ser desleales, irresponsables, desobedientes, ingratos, murmuradores, orgullosos, y obviamente, infieles. Es gente que asiste a una congregación, que se confiesan cristianos pero que, si les ofrecen un negocio muy lucrativo, pero ilegal, no tienen ningún temor de Dios para aceptarlo; son aquellos que salen de sus casas blasfemando, gritando y enojados con los miembros de su familia, rumbo a la reunión dominical sin el mínimo indicio de arrepentimiento. Son aquellos miembros del liderazgo de las iglesias que terminan dejando a sus esposas para irse con una de las hermanas del grupo de alabanza.

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La carta de Judas los describe de esta manera: Judas 1:12 - 13 NTV “Cuando estos individuos participan con ustedes en sus comidas de compañerismo - las cuales conmemoran el amor del Señor -, son como arrecifes peligrosos que pueden hacerlos naufragar. Son como pastores que no tienen vergüenza y que sólo se preocupan por sí mismos. Son como nubes que pasan sobre la tierra sin dar lluvia. Son como árboles en el otoño, doblemente muertos, porque no dan fruto y han sido arrancados de raíz. 13 Son como violentas olas del mar que arrojan la espuma de sus actos vergonzosos. Son como estrellas que han perdido su rumbo, condenadas para siempre a la más negra oscuridad.”

Y lo terrible de este pasaje, es que Judas dice que: “cuando estos individuos participan con ustedes en sus reuniones de compañerismo”, dejando en claro que son personas que asisten regularmente a las reuniones de la iglesia.

Un sinónimo para la palabra infidelidad es la palabra traición; por eso el apóstol Pablo de dijo a su hijo Timoteo: “a estos evita”, pues el evangelio no se trata de aislarse de los pecadores; de hecho, al Señor Jesús le criticaron por comer y entrar en la casa de estos, pero si hubo gente a la que el Señor Jesús evitó fue a los fariseos, a aquellos a quienes muchas veces les dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!” Y una de las razones por la cual el Señor Jesús tenía esa actitud hacia esta gente, era precisamente: “porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”.  

El Señor Jesús, en uno de los mensajes a las siete iglesias del apocalipsis dijo muy claramente: “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. SÉ FIEL HASTA LA MUERTE, y yo te daré la corona de la vida”.

La fidelidad no es algo que se puede condicionar a que las situaciones a nuestro alrededor sean las ideales y soñadas para poder cumplir con aquello en lo que nos comprometimos; sino que debe ser una característica en la vida de todo creyente, sencillamente porque es una característica de nuestro Padre Celestial, y uno de los nombres de nuestro Señor Jesucristo.

La fidelidad en el matrimonio no está ligada al comportamiento de nuestra pareja, y mucho menos a nuestras emociones. La fidelidad en los negocios no está ligada a la poca o mucha rentabilidad que estos nos puedan dar; la fidelidad a los padres no está ligada a lo exigentes y estrictos que puedan ser, o a lo cariñosos y permisivos que sean con sus hijos. La fidelidad para con la iglesia no está ligada a la santidad y perfección que los pastores tengan o no. En fin, la fidelidad no está de ninguna manera condicionada a situaciones externas; es la naturaleza de nuestro Padre Celestial, y como tal, debe ser también una característica de sus hijos, pues está ligada a nuestro ADN celestial y eterno.

Si algo tiene que caracterizar a los creyentes, es su fidelidad en todo sentido, y a pesar de las circunstancias, porque Dios es fiel. Que nuestro Padre celestial pueda decir de cada uno de nosotros: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”.

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