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Los Otoniel
de hoy

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Hace unos días estábamos leyendo y estudiando algo en el libro de los Jueces; de pronto surgió un comentario y se mencionó a Otoniel, quien fue el primer juez de Israel.

El asunto me quedó sonando, y unos días después comencé a pensar que muy poco se sabe de la vida de este personaje, y que deben ser muy pocas las enseñanzas que hay respecto a Otoniel.

Este personaje era sobrino de Caleb, aquel que junto a Josué, logró ver la tierra prometida como una gran bendición, y no como un lugar lleno de gigantes y grandes obstáculos, porque en ellos había un espíritu diferente, y por lo tanto, fueron los dos únicos mayores de veinte años al momento de salir de Egipto, que pudieron entrar en la tierra prometida.

Este Otoniel, muy seguramente engendrado durante los cuarenta años que Israel vagó por el desierto, sobrino de aquel que mataba gigantes a sus 85 años, es mencionado porque en el proceso de conquistar la tierra prometida, Caleb dijo: “El que atacare a Quiriat-sefer y la tomare, yo le daré Acsa mi hija por mujer. 13Y la tomó Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb; y él le dio Acsa su hija por mujer” Jueces 1:12 – 13.

Es decir, Otoniel era sobrino y yerno de Caleb, era un hombre engendrado en el desierto, un hombre formado en el seno de una familia en la que una y otra vez se hablaba de conquista, se hablaba de confrontar, derrotar y matar gigantes, era un hombre marcado por el ejemplo de la vida de su tío y suegro, para quien la guerra era un estilo de vida, pues era un conquistador por naturaleza.

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Este Otoniel, según nos cuenta el libro de Jueces, se convirtió en el primer Juez de Israel. “Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. 10Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim. 11Y reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz.” Jueces 3: 9 – 11.

Pero con excepción de esos pocos versículos, las Escrituras no nos dicen más de la vida de este gran hombre, valiente, lleno del Espíritu de Dios, que tomó ciudades por asalto, que enfrentó y derrotó al rey de Siria, y que mantuvo alejados a los enemigos de Israel por cuarenta años.

Es triste que de personajes como estos no se enseñe, y no sean tomados como ejemplo y desafío para nuestras vidas.

Estoy convencido que hoy en día hay muchos Otonieles, gente de la cual poco se habla, y poco se hablará, gente esforzada, valiente, formada en medio de batallas y dificultades, y por lo mismo, gente con un temple, con un carácter tal, que son capaces de jugarse la vida por conquistar y desalojar terrenos ocupados por el enemigo, sean estos, lugares de trabajo, de estudio, pueblos, ciudades o naciones.  

Estos Otonieles tienen el legado espiritual de un Caleb, famoso y reconocido, aunque ellos no son ni llegarán a ser tan famosos; sin embargo, eso no los detendrá, ni será la excusa para no seguir avanzando en su llamado.

Para ellos, el haber nacido en el desierto, y el haber vivido muchas batallas durante toda su vida no es la excusa para tomar un “descanso merecido”, sino el entrenamiento para convertirse en el líder, el juez, el libertador de su casa, de su pueblo, de su nación. Es por conocer la vida de algunos guerreros del Señor que cumplen con esas características, que me atrevo a decir que: es tiempo de los Otonieles que tienen el ADN de los Calebs, aquellos que están llamados a conquistar, a batallar, y a no darse por vencidos a pesar de no ser reconocidos. De Otoniel dice la palabra que: salió a la batalla, y Jehová entregó en su mano al rey de Siria, y prevaleció su mano sobre el Rey de Siria. Para todos los que tienen ADN de guerrero espiritual es el tiempo de salir una vez más a la batalla, y tener la certeza que esta vez el Señor entregará en su mano a sus enemigos, y su mano prevalecerá sobre los enemigos de su casa, sobre los enemigos de su pueblo, sobre los enemigos de su nación.

Creo que es el tiempo de aquellos guerreros de los cuales poco o nada se hablará, que no serán famosos en la tierra, pero que tienen en ellos la capacidad de traer la paz y la bendición de Dios sobre sus familias, ciudades y naciones por los próximos años.

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