Paternidad
El día que escribo este artículo, se celebra en Colombia el día del padre, y aunque es una fecha comercial, es importante aprovechar la oportunidad para pensar por unos instantes en lo que significa ser padre, y las implicaciones de ser un padre según los diseños de Dios.
Satanás se ha encargado de quitar la figura paterna de los hogares, y sustituirlo por la figura materna; y por favor no me malentiendan, no soy machista, pero hay un orden bíblico, innegable en las escrituras que nos enseña cual es la posición y responsabilidad del padre, y cuál es la posición y responsabilidad de la madre.
Comencemos por decir que en la biblia aparece la palabra madre 286 veces, mientras que la palabra padre aparece 1.419 veces.
La palabra familia en hebreo, es la palabra mishpajah que significa: de la misma naturaleza o raíz; y en el griego del nuevo testamento es la palabra patria, cuya raíz es pater, (padre), siendo su significado más exacto: aquellos que tienen un padre en común, o que descienden de un mismo padre.
Es claro que el concepto más importante para que una familia (patria) sea según el diseño bíblico, es que esta debe tener un (pater) padre, de quien esa familia toma su naturaleza o esencia.
Ahora, es lógico que para que haya vida, debe haber un padre y una madre, más es el padre el que tiene la responsabilidad de ser el (pater) de una (Patria), ya que es de él que su familia tomará su identidad; y con esto no quiero decir que la madre no tenga un papel muy importante en la familia, sino que es el padre quien tiene la responsabilidad de impartir la identidad a su familia; es quien tiene la autoridad delegada por Dios para guiarla y dirigirla, y el compromiso de responder por esa familia ante nuestro Padre celestial.
Esta es la razón por la cual satanás ha atacado tanto la figura paterna en las familias, es la razón por la cual ha hecho que muchos padres abandonen su responsabilidad, que otros nunca la asuman, y en el peor de los casos, que sean los mismos padres quienes se levanten contra su propia familia y la destrocen con abusos, ausencias y malos tratos.
Cuando Adán y Eva pecaron, la respuesta de Dios a la desobediencia de cada uno, fue muy diferente; a la mujer dijo: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus embarazos; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” Génesis 3: 16 - 17.
El castigo para la mujer trajo consecuencias sobre ella, sobre sus hijos y en la relación para con su marido; pero la sentencia sobre el hombre, trajo maldición sobre la tierra, no sobre un territorio, sino sobre todo el planeta tierra.
Y el asunto, es que Dios confirió al hombre, al padre de familia, una responsabilidad mucho mayor. En los brazos de una madre está la responsabilidad de la formación de unos hijos, el cuidado y apoyo a un esposo, y la estabilidad de un hogar; mientras que en los lomos de un padre, está el destino de sus generaciones; en él hay un legado, está la responsabilidad de lograr que sus hijos nietos y bisnietos entiendan los propósitos de Dios para ellos, que obedezcan a Dios y continúen con ese legado espiritual; ya que en ese legado, está el destino celestial de familias, pueblos, ciudades y naciones.
Génesis 18: 17 – 19 “Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, 18habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas EN ÉL TODAS LAS NACIONES de la tierra? 19Porque yo sé que MANDARÁ A SUS HIJOS y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él”.
Dios le prometió a ese Abraham hacer de su familia una gran nación, y por causa de su obediencia, bendecir a todas las demás naciones de la tierra; razón por la cual él tomó todas las acciones necesarias para que sus descendientes alcanzaran la promesa asignada a él, porque este patriarca descubrió que Dios trabaja con familias y con generaciones, y no solo con individuos. Génesis 24: 7 “Jehová, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A TU DESCENDENCIA DARÉ ESTA TIERRA; él enviará su ángel delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo”.
Cuando Dios pensó en una nación, primero pensó en una familia, pero para que esa familia existiera, primero pensó en un hombre, en un padre y patriarca para esa familia. Hoy en día Dios sigue buscando hombres que se determinen a creerle, a enseñar a sus hijos y nietos la palabra y las promesas celestiales entregadas a ellos; hombres que entiendan que ellos son los portadores de un legado, de una herencia espiritual, de un destino para sus hijos, nietos y bisnietos.
Ser padre, es tener el mismo título que tiene el Dios Eterno, nuestro Padre celestial; ser padre, es ser poseedor del destino de muchas generaciones en sus lomos, ser padre, es ser el sacerdote de una familia, ser padre de padres, es ser portador de bendiciones que alcanzarán territorios, ciudades y naciones.
Ahora, tristemente, algunos no tuvieron un padre, otros tuvieron un padre que les abandonó, y peor aún, algunos fueron víctimas de los abusos y maltratos de su padre; y en esos casos, Dios, que no cambia sus diseños, que cumple su palabra, aquél que es Padre de huérfanos y defensor de viudas; permite que otro varón con la madurez, con la visión, con el entendimiento y la responsabilidad suficientes, asuma una posición de paternidad; son aquellos “padres espirituales” que llegan a la vida de un individuo a revelar la paternidad de Dios, traer sanidad y restauración del concepto de paternidad, a quitar todo espíritu de orfandad, a dar dirección e identidad, a desarrollar el potencial de un llamado y traer claridad y guía en la asignación divina.
El día del padre es un día comercial, pero vale la pena recordar la importancia y la responsabilidad de ser padre, y a la vez darle gracias a Dios por nuestros padres; y de ser posible, es la oportunidad de agradecer personalmente a aquel varón en cuyos lomos está tu legado, tu herencia espiritual, y el legado de tus hijos nietos y bisnietos.
Yo por mi parte, doy gracias a Dios por haberme permitido tener un abuelo que oró por mí, por haber tenido un padre que siempre fue un intercesor y escudero de mi ministerio, y por permitirme hoy en día ser padre y abuelo. Pero sobre todo, por poder tener claridad de quién es mi Padre Celestial, y quién soy yo en Él.