¿Pesebre o tabernáculo?
La fiesta de navidad siempre ha sido una celebración muy importante para el mundo cristiano, pues es la conmemoración del nacimiento del Señor Jesús; sin embargo, con el tiempo hemos podido entender y aceptar que la fecha del nacimiento del Señor Jesús no tiene nada que ver con el 24 de diciembre, pero ese no es mi tema, y no tomaré tiempo para explicarlo en detalle. Pero sí te compartiré lo que entendí y lo que yo creo con respecto al pesebre y la celebración de la navidad.
En el calendario judío, al comienzo del año, que es entre finales de septiembre y principios de octubre en nuestro calendario, se celebra la fiesta de los tabernáculos o “sukot”; en esta fiesta que se celebra durante siete días se recuerda que el pueblo de Israel, después de ser liberado de la esclavitud en Egipto, anduvo durante cuarenta años en el desierto habitando en tiendas, bajo la protección y dirección de la nube de Gloria (Shekina) de Jehová. Deuteronomio 16: 12 – 14 “Y acuérdate de que fuiste siervo en Egipto; por tanto, guardarás y cumplirás estos estatutos. 13La fiesta SOLEMNE DE LOS TABERNÁCULOS harás por SIETE DÍAS, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar. 14Y TE ALEGRARÁS en tus fiestas solemnes, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus poblaciones”.
Esta fiesta, de la cual poco sabemos los cristianos, ya que creemos que nada tiene que ver con nosotros, pues no estuvimos esclavizados en Egipto, ni habitamos en tiendas en el desierto; tomó un gran significado para mi hace un tiempo cuando logré entender que el Señor Jesús no nación en diciembre, ni en un pesebre como la tradición católica nos lo enseña.
Comencemos por decir que el Señor Jesús NO nació el 24 de diciembre, como siempre nos lo han dicho, y lo hemos celebrado, sino que esta es una fecha de celebración pagana, que Roma estableció, luego de adoptar el cristianismo como su religión oficial.
La fecha del nacimiento del Señor Jesús, aunque no aparece en la biblia, se puede calcular fácilmente, porque sabemos que Juan el Bautista era seis meses mayor que Él, y la fecha del nacimiento de Juan se puede calcular más fácilmente; él nació el mes de Nisán (Marzo-Abril) y seis meses después, el mes de Tishrí (Septiembre-Octubre), fecha en la que se celebraba la Fiesta de los Tabernáculos (Sukot), nació Jesús; muy posiblemente el primer día de la fiesta de los tabernáculos, el día 15 de Tishrí, lo cual en nuestro calendario es entre finales de septiembre y principios de octubre.
Ahora, la historia del nacimiento de Jesús la conocemos todos; dice Lucas 2: 1 – 7 “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 4Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 6Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”.
Todos tenemos recuerdos de armar el pesebre, y de reunirnos en torno a este, para entonar algunos villancicos, muchas veces absurdos y sin sentido.
Pero sigamos adelante; al pesebre católico, el cual algunos arman con cuanta cosa se les ocurre, pues los he visto con carros, edificios, y hasta helicópteros; y no puede faltarle un burro y un buey, junto con la figura de tres reyes magos, de los cuales uno es de raza negra. En las escrituras no dice nada de eso, sin embargo, así nos lo enseñaron, así lo hemos aceptado y creído toda la vida.
Ahora, el buey y el burro no pueden faltar, porque son ellos los que validan la palabra pesebre, que es básicamente el lugar donde el ganado come y pasa las noches durante el invierno. Otra palabra para pesebre, muy usada por nosotros hoy en día, y que significa lo mismo, es la palabra establo.
Yo confieso que siempre tuve serios problemas con aceptar qué el Señor Jesús hubiera nacido en un pesebre o establo, rodeado de animales, de los olores característicos de estos lugares, y de las inexistentes condiciones de higiene para que una mujer diera a luz a su hijo.
Al mismo tiempo, siempre tuve serios reparos con el relato bíblico, pues me pintaba a todos los habitantes de Belén como desalmados, como gente que no tuvo la menor misericordia y conmiseración para con una mujer a punto de dar a luz, y la mandaron con las vacas y los burros. Tuve serios reparos con José, por no haberse amarrado bien los pantalones y haber exigido un trato mucho más digno para su esposa, y haber conseguido un lugar que le ofreciera las mínimas condiciones de higiene para el nacimiento de su hijo. Y tuve serios reparos con los reyes magos que hicieron un muy largo viaje y llegaron al palacio de Herodes buscando al Rey que había nacido, y luego, guiados por la estrella, lo encuentran en un establo al lado de las vacas y los burros y no hicieron nada al respecto, sabiendo delante de quien estaban postrados. Pero así nos enseñaron y así lo creímos.
Ahora, Juan 1 habla del Señor Jesús como el Verbo, como la Palabra Viviente la cual se hizo carne; y nos dice en el versículo14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y HABITÓ entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
La palabra HABITÓ, en este versículo, es la palabra griega Skenoo, que literalmente significa: plantar una tienda, levantar un tabernáculo, morar en un tabernáculo; por lo cual lo que está diciendo el apóstol, es que el Señor Jesús se hizo carne y habitó en un tabernáculo en medio de nosotros.
Por lo tanto, Jesús no nació en un establo rodeado de animales, ni tampoco en el lugar donde comían los animales; no existe, no hay ninguna referencia en ninguna de las profecías bíblicas, ni en toda la escritura que diga que Jesús nació en medio de vacas y burros. Lo que sí muestra la biblia es que Jesús nació en medio de la fiesta de los tabernáculos, en una tienda temporal construida para habitar en ella durante los siete días de la fiesta.
De hecho, el Padre le había ordenado a Moisés que construyera un tabernáculo conforme al modelo que le fue mostrado en el monte Sinaí, para que Su presencia habitara en medio de Su pueblo.
Lo que sucedió, es que al comienzo de la fiesta de los tabernáculos, José y María llegaron a Belén, y no habiendo lugar en el mesón decidieron quedarse como la gran mayoría de judíos, en una tienda temporal levantada para la fiesta, lo cual no era algo extraño; lo extraño, era que una mujer diera a luz en un tabernáculo, por lo cual ese tabernáculo se convirtió en un tabernáculo especial, y con seguridad fácil de encontrar; solo era llegar a Belén y preguntar: cuál es el tabernáculo donde había nacido un bebé, y de inmediato cualquiera de los que estaban en las demás tiendas lo señalaría.
A mi modo de ver, y según yo entiendo ahora, desaparecen entonces el burro y el buey, desaparece el establo, se ajusta la fecha, aparece un tabernáculo, y esta fiesta judía se convierte no solo en una celebración de los 40 años de Israel en el desierto, sino en la celebración del nacimiento del Señor Jesús, y el recordatorio de que el Padre y el Hijo se manifestaron a los hombres cada uno en medio de un tabernáculo. El uno con una columna de fuego sobre la tienda, y el otro con una estrella que mostraba a la distancia la gloria del habitante de ese tabernáculo.
Esta debería ser nuestra verdadera navidad, no el 24 de diciembre ni de una sola noche, sino una gran fiesta solemne durante siete días que nos recuerda que el nacimiento de nuestro Señor Jesús nada tiene que ver con burros y vacas, sino con los diseños eternos del Padre.