¿Sabes quién era Juan Marcos?
En el famoso pasaje de I Corintios 1: 12 en el que el apóstol Pablo hace referencia a la división que había en medio de la iglesia en Corinto, en el que algunos decían: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”. Es muy probable que el apóstol haya tenido un personaje que inspiró ese pensamiento en él, aunque no fue el caso específico.
Me explico: es muy probable que el apóstol Pablo tuviera en mente el caso de lo sucedido con Juan Marcos; y con ese caso en mente, haya escrito esa frase en la carta a los Corintios; aunque obviamente no estaba hablando de Juan Marcos en ese momento, pero muy seguramente, era un pensamiento que rondaba la cabeza del apóstol Pablo.
Déjame te cuento la historia.
Juan Marcos, fue un tremendo hombre de Dios; fue el autor del evangelio de san Marcos; fue hijo de una mujer que era la dueña de la propiedad que sirvió como centro de reuniones y refugio para la iglesia en la ciudad de Jerusalén. Incluso, algunos teólogos piensan que esta fue la casa donde el Señor Jesús fue a tomar la última cena.
De ser así, tiene sentido pensar que Juan Marcos fue el misterioso joven que fue arrestado juntamente con el Señor Jesús en el huerto de los olivos; porque este misterioso joven, andaba más como un espía o como un testigo presencial no invitado, que, como parte del equipo apostólico del Señor Jesús, porque estaba envuelto en una sábana al momento de su arresto.
Este era un atuendo muy inusual para cualquiera de los discípulos del Señor que venían de una reunión formal; pero, muy probablemente fue la única opción para el joven que vio y escuchó lo que sucedió en su casa durante la última cena, y no quiso perder detalle del desenlace de los acontecimientos de esa noche al momento en el que el Señor Jesús salió rumbo al huerto de Getsemaní.
Quien mejor que Juan Marcos para saber la vestimenta de ese joven, y las condiciones en las que tuvo que huir al momento de ser arrestado; no en vano, este evento solo se narra en el evangelio de San Marcos. Marcos 14:51 – 52 “Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; 52 mas él, dejando la sábana, huyó desnudo”.
Este es un detalle muy específico que nos deja pensar claramente que en medio de la oscuridad y confusión de la noche, el único que tendría claridad de un detalle como ese era el mismo Juan Marcos; y es la forma de decir que él fue testigo presencial del arresto del Señor Jesús, quien horas antes, había estado con sus apóstoles cenando en su casa.
La casa de la mamá de Juan Marcos era tan importante para la iglesia en Jerusalén, que el apóstol Pedro, cuando fue sacado milagrosamente de la cárcel por un ángel, no dudó ni un segundo en dirigirse allá de inmediato. Hechos 12:11- 12 “Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba. 12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando”.
Es evidente por este pasaje, no solo que la casa de Juan Marcos era un centro de reunión de la iglesia, sino que, como veremos más adelante, existía una relación de confianza y amor fraternal entre el apóstol Pedro y Juan Marcos.
Pero además, Juan Marcos era sobrino de Bernabé el famoso Levita quien fue mentor por un tiempo del Apóstol Pablo.
Por causa de la relación familiar de Bernabé con Juan Marcos, y la relación de Bernabé con Pablo, Juan Marcos fue con ellos dos, como parte del equipo ministerial en algunos de sus viajes misioneros.
Hechos 12:25 “Y Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos”.
Hechos 13:5 “Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante”.
Pero entonces pasó lo que a ningún pastor nos gusta, lo que hace que el corazón duela y los sentimientos se revuelvan, pero que tristemente es inevitable; simplemente, y sin ninguna explicación, Juan Marcos se separó del equipo ministerial que en ese momento estaba al mando de Pablo. Hechos 13:13 “Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén.
Las razones no están escritas, y cualquier cosa que digamos al respecto es pura especulación; la verdad, es que simplemente Juan Marcos le dijo a Pablo que no iba más con él.
Tiempo después se quería conforma un nuevo equipo para otro viaje misionero y Bernabé postuló nuevamente a su sobrino, pero Pablo, molesto por la actitud que Juan Marcos había tenido tiempo atrás, no le quiso llevar; y fue tal la discusión, que Pablo y Bernabé resultaron separándose y cada uno desarrollando el ministerio de manera independiente del otro.
Hechos 15:37 “Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; 38 pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra. 39 Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, 40 y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor”.
Los años pasan, los ánimos se calman, la madurez llega, y aquel muchacho ya no es un joven, y el apóstol impulsivo y de carácter fuerte, ahora está moldeado por los años de sufrimiento en el ministerio, y desde la cárcel, escribe una recomendación para que la iglesia de Colosas reciba a aquél con quien años atrás el apóstol no quiso caminar.
Colosenses 4:10 “Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda, y Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos; si fuere a vosotros, recibidle.
Finalmente, cuando Pablo está por segunda vez en la cárcel, y esta vez esperando la fecha de su ejecución, escribió a su hijo ministerial Timoteo y le pide en medio de su soledad que lleve a Juan Marcos para poder verle y encomendarle algunas tareas.
2Timoteo 4:11 “Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio”.
Pero en toda esta historia no podemos olvidar a Pedro, el apóstol que queriendo defender al Señor Jesús la noche que fue arrestado, desenfundó su espada y le cortó la oreja al siervo del templo. Recuerda que Juan Marcos estaba allí.
No podemos olvidar a aquél apóstol que fue liberado milagrosamente de la cárcel, y que llegó precisamente a la casa de Juan Marcos, y con seguridad, al contar los hechos de su liberación milagrosa, el muchacho estaba ahí escuchando esa historia sorprendente.
Porque ese gran apóstol, en sus años de vejez, declaró que Juan Marcos, era su hijo en el ministerio. De donde crees que este tremendo hombre de Dios, escuchó tantos detalles tan claros y específicos para escribir el evangelio de San Marcos; obviamente no fue de su tío Bernabé, quien no fue un testigo presencial en todo el ministerio del Señor Jesús. Tampoco de Pablo, quien ni siquiera le conoció en su vida como hombre; sino de su padre en el ministerio, del apóstol Pedro. 1Pedro 5:13 “La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.
Ahora entiendes por qué dije al principio que Pablo muy seguramente estaba pensando en Juan Marcos cuando dijo que algunos decían “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas” (Pedro). Porque seguramente en algún momento Juan Marcos dijo ser de Pablo, en otro momento de Bernabé y también de Pedro; pero en la plenitud de su ministerio, el gran evangelista fue reconocido como hijo ministerial del apóstol Pedro.
Los creyentes hoy en día brincan de una cobertura a otra, forman parte de un ministerio y de otro; pero al final, todos debemos encontrar y reconocer en los lomos de quién está nuestra herencia ministerial, y los ministros maduros, debemos reconocer que aquellos que alguna vez estuvieron con nosotros y se fueron, igual siguen creciendo y madurando y en algún momento los volveremos a ver; y muy seguramente, tendremos que recomendar sus ministerios e incluso reconocer que nos son útiles en el ministerio.
Porque en últimas, todos somos de Cristo.