Sed Perfectos

Hay Una frase que pronunció el Señor Jesús en medio del sermón del monte, que es un tanto difícil de comprender y pareciera imposible de cumplir. Me refiero a Mateo 5:48 “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
Es muy común escuchar que: “perfecto no es nadie; solamente Dios”. Pero eso no fue lo que dijo el Señor Jesús, ni es lo que dice a lo largo de las escrituras.
Abram ya era un anciano de 99 años cuando el Señor se le apareció e hizo pacto con él, le cambió su nombre a Abraham y le pidió que fuera perfecto: Génesis 17:1 “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé PERFECTO”.
Cuando el Señor le dio la ley al pueblo de Israel en el desierto, les dijo claramente que debían ser perfectos. Deuteronomio 18:13 “PERFECTO SERÁS delante de Jehová tu Dios”.
Sin embargo, la falta de perfección le costó a todos los hombres mayores de 20 años que salieron de Egipto, no poder entrar en la tierra prometida; los dos únicos perfectos fueron Josué y Caleb. Números 32:11 - 12 “No verán los varones que subieron de Egipto de veinte años arriba, la tierra que prometí con juramento a Abraham, Isaac y Jacob, por cuanto NO FUERON PERFECTOS en pos de mí; excepto Caleb hijo de Jefone cenezeo, y Josué hijo de Nun, que FUERON PERFECTOS en pos de Jehová.
Salomón recibió una exhortación de parte de su padre, el rey David, para que fuera perfecto. 1Crónicas 28:9 “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con CORAZÓN PERFECTO y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos”.
Y el mismo Salomón exhortó a su pueblo para que tuvieran un corazón perfecto para con Jehová Dios, el día que el arca del pacto fue introducida en el templo. 1Reyes 8:61 “Sea, pues, PERFECTO vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos, como en el día de hoy”.
No obstante, la exhortación de David a Salomón, y el caminar en acuerdo con los planes y propósitos que su padre tuvo para con Jehová, el rey Salomón, siendo ya viejo, se apartó de los principios divinos y su corazón dejó de ser perfecto para con Jehová. 1Reyes 11:4 “Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón NO ERA PERFECTO con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David”.
Es decir, la perfección no es algo que se alcanza y se tiene de ahí en adelante; por el contrario, se puede caminar en perfección un día, y al día siguiente ya no tener un corazón perfecto para con nuestro Señor y Dios.
Es más, se puede caminar en perfección delante del Señor, sin hacer todo lo que se espera; es decir, dejando cosas pendientes que a los ojos de los demás, se pueden señalar como imperfecciones, fallas u omisiones. Del Rey Asa, dice la palabra que fue perfecto y sin embargo, no quitó los altares en los lugares altos. 1Reyes 15:14 “Sin embargo, los lugares altos no se quitaron. Con todo, el corazón de Asa FUE PERFECTO para con Jehová toda su vida”.

Fue el mismo Señor Jehová quien dio un testimonio con respecto a Job y dijo que él era perfecto; sin embargo, luego de su proceso el mismo Job reconoció que había cosas que él no entendía, porque su relación con Jehová había sido distante, no era una relación cara a cara en la que escuchaba la voz del Señor. Job 1:8 “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?”
Es decir, la perfección de la que nos hablan las escrituras no tiene que ver con tener una vida intachable y libre de defectos, sino con tener un corazón que no hace mal nada, de manera intencional.
El apóstol Pablo pareciera escribir una contradicción, pues dice que no es perfecto, pero que es parte de todos los que son perfectos. El reconoce que le hace falta mucho para alcanzar la perfección, pero al tiempo, reconoce que está haciendo todo lo que está en su capacidad para caminar en esa perfección. Filipenses 3:12 - 15 “No que lo haya alcanzado ya, NI QUE YA SEA PERFECTO; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, TODOS LOS QUE SOMOS PERFECTOS, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios”.
No podemos entonces escudarnos en decir que no es posible ser perfectos, porque la perfección que Dios busca no tiene que ver con hacer todo sin ningún error, sino con hacer las cosas sin ninguna mala intención, usando todas nuestras capacidades.
El Señor conoce nuestras capacidades y él sabe que no sabemos, que no podemos hacerlo mejor, que no tenemos más recursos, que no tenemos más habilidades. Así haya gente que pueda hacer las cosas con mayor grado de “perfección” de lo que nosotros lo hagamos, nuestro Padre sabe que es lo que podemos y que es lo que no podemos hacer, y nunca demandará de nosotros un resultado que Él sabe que no podemos alcanzar.
Nuestra perfección no se mide con los resultados que otros puedan tener al ejecutar la misma tarea, sino con la capacidad que nosotros tenemos para hacer la tarea encomendada.
Te lo explico de esta manera: Cuando nuestro hijo de tres años, que recién está aprendiendo a dibujar o colorear sin salirse de los bordes, nos entrega un dibujo lleno de defectos, rayones y líneas imperfectas, pero en el cual se esforzó e hizo todo lo que sabe para entregarnos ese garabato; ese dibujo es PERFECTO, no porque no tenga defectos, sino porque el niño hizo todo lo que podía y sabía.
Tu perfección para con Dios no tiene que ver con hacer las cosas igual o mejor que otros, sino con hacer todo de la mejor manera posible dentro de tus capacidades; como para el Señor, y no como para los hombres.
Tu padre Celestial no te va a medir con estándares de santidad inventados por los hombres, sino con la capacidad que Él sabe que tienes.
Por lo tanto, no sigas comparando tus resultados con los resultados de otros, haz lo mejor que puedes para tu Señor y Dios. Porque tal vez para algunos, lo que haces es perfecto, pero no así para tu Dios que conoce tus capacidades; o por el contrario lo que haces puede parecer algo muy común y lleno de defectos; sin embargo, puede ser Perfecto para tu Padre Celestial.
Por lo tanto “todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” Colosenses 3:23
Sed, pues, perfectos.